En un panorama saturado de colaboraciones comerciales y publicaciones patrocinadas, la elección del influencer adecuado se ha convertido en una decisión estratégica clave para cualquier marca que busque conectar de forma auténtica con su público. Ya no se trata simplemente de contar con una cara conocida, sino de construir una relación genuina entre la marca, el influencer y la audiencia. En este artículo, abordamos por qué la afinidad, el conocimiento y la coherencia pesan más que la fama cuando se trata de imagen de marca.
Es habitual que las marcas se dejen seducir por la popularidad. Al fin y al cabo, colaborar con una celebridad o influencer con millones de seguidores parece una apuesta segura para generar visibilidad. Sin embargo, esta estrategia, cuando se basa únicamente en el número de followers o en la notoriedad mediática del personaje, suele ser más superficial que efectiva.
¿Por qué? Porque la audiencia percibe desconexión y desconfianza. Si el influencer no guarda relación alguna con el producto o los valores de la marca, la colaboración resulta forzada o artificial. Entonces, lo que podría ser una oportunidad para reforzar la imagen de marca, se convierte en una acción publicitaria vacía, a veces incluso contraproducente. El público digital, especialmente el más joven, valora la autenticidad y penaliza lo que considera una «venta descarada» sin motivación alguna.
Coherencia, experiencia y afinidad
Una colaboración eficaz nace de la coherencia y es lo que genera credibilidad. Un influencer que ya habla de los temas que interesan a la marca, que comparte sus valores o que incluso utiliza sus productos de forma orgánica antes de cualquier acuerdo comercial, es un aliado natural. Ya sea por:
- Experiencia profesional: un nutricionista que recomienda un suplemento alimenticio.
- Conocimiento del sector: una experta en sostenibilidad que colabora con una marca eco-friendly.
- Afinidad personal o estilo de vida: una influencer con un enfoque slow life que apoya una marca de moda ética.
Durante años, el marketing de influencers se ha medido, erróneamente, en términos de “cuántos seguidores tienes”. Pero los números, por sí solos, no garantizan nada. Un influencer con un millón de seguidores puede tener una tasa de interacción bajísima, o un público que no tiene nada que ver con la audiencia objetivo de la marca.
Por el contrario, los pequeños influencers especializados suelen contar con una comunidad más pequeña pero mucho más comprometida. Su opinión se percibe como más cercana y auténtica. Además, suelen aceptar colaboraciones con marcas que verdaderamente conocen y valoran, lo que refuerza la credibilidad del mensaje.
Los contenidos deben ser auténticos. Si el influencer no cree en el producto, el público tampoco lo hará.
Desde Círculo de Comunicación, recomendamos cómo elegir al influencer adecuado:
- Definir bien los valores de la marca y los objetivos de la campaña
- Analizar al influencer más allá de sus métricas: ¿qué dice? ¿cómo lo dice?
- Comprobar su afinidad con la marca
- Evaluar su reputación y trayectoria: huir de perfiles polémicos o que promocionan productos aleatorios
- Buscar relaciones a largo plazo: las colaboraciones recurrentes refuerzan la credibilidad tanto para la marca como para el influencer
La buena imagen de marca no se compra, se construye. Y en un entorno tan saturado como el digital, cada detalle cuenta. Apostar por influencers que verdaderamente encajen con la esencia de la marca es una inversión a largo plazo. No se trata sólo de vender, sino de comunicar con propósito.
Por eso, desde Círculo de Comunicación creemos que el influencer ideal no es el más famoso, sino el más coherente. Y esa coherencia es la que genera credibilidad, conexión y, en última instancia, fidelidad.


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