Hace poco más de un año hablar de inteligencia artificial generativa sonaba a experimento. Hoy, no contar con ella en la estrategia de comunicación de una empresa es casi como trabajar sin conexión a Internet. La IA ha pasado de ser una ventaja competitiva a (casi) una necesidad, y las organizaciones que no la integren en su día a día corren el riesgo de quedarse fuera de juego.
El último informe de MIOTI Tech & Business School, presentado en el Data Talent Innovation Summit junto a Microsoft, Google y Havas, lo deja claro: en España, el 81% de los directivos considera la inteligencia artificial una prioridad estratégica, frente al 75% de la media global. El problema es que sólo un 7% de las empresas se siente realmente preparada para lo que viene.
Mucho más que automatización
En este escenario aparecen los ‘agentes de IA’: sistemas capaces de asumir tareas complejas, adaptarse a lo que ocurre a su alrededor y tomar decisiones dentro de los límites que les marquemos. No son simples programas que ejecutan órdenes, son colaboradores digitales entrenados que incluso pueden dirigir equipos humanos.
Lo más interesante es que ya no hace falta ser programador para crear uno. Herramientas como Cursor AI, Botpress, Lovable, Make, N8N o Power Platform permiten a cualquier equipo, incluso sin perfil técnico, diseñar y poner en marcha un agente capaz de atender clientes, generar contenido, ajustar precios o analizar datos en tiempo real. Para un departamento de comunicación, esto significa agilidad, rapidez y capacidad de respuesta sin depender de procesos eternos.
Un consumidor distinto
Pero el cambio no se queda en las empresas. También está transformando al consumidor. Los agentes digitales personales pronto tomarán decisiones de compra por nosotros: buscarán, compararán, filtrarán y decidirán según lo que saben de nuestros gustos y hábitos. Incluso se habla de “gemelos digitales”, versiones virtuales de cada persona capaces de anticipar necesidades y actuar en nuestro nombre en decisiones de bajo riesgo.
Esto supone un reto enorme para las marcas y, por extensión, para las agencias de comunicación que las representan. El primer filtro ya no será la persona, sino su agente digital. Habrá que pensar estrategias no sólo para impactar a los consumidores, sino para convencer a algoritmos que trabajan para ellos.
El reto real
Aunque la tecnología avanza rápido, el gran desafío no es técnico, sino cultural y organizativo. Integrar agentes de IA implica repensar la manera en que trabajamos. Supone aceptar que vamos a compartir procesos, responsabilidades y resultados con “compañeros” que no son humanos, y que incluso pueden hacer determinadas tareas más rápido que nosotros.
Para nosotros, las agencias de comunicación, esto es tanto una oportunidad como una responsabilidad. Podemos usar agentes de IA para optimizar nuestras propias operaciones: desde la gestión de prensa y la monitorización de medios hasta la producción de contenido y la medición de resultados.
La pregunta es ¿cómo vamos a operar de forma más eficiente teniendo en frente a un robot competitivo? La cuestión no es competir con las máquinas. Esa batalla la tenemos perdida. Los agentes de IA no van a sustituir la creatividad, la intuición o la visión estratégica.


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